Estas experiencias informales proporcionan la base para el desarrollo de conocimientos y habilidades formales en todos los dominios curriculares, particularmente en ciencias (Bowman et al.,2001). Los conocimientos y habilidades tempranas de las ciencias predicen el rendimiento escolar posterior (Claessens & Engel, 2013; Grissmer, Grimm, Aiyer, Murrah & Steele, 2010; National Mathematics Advisory Panel (NMAP), 2008) convirtiéndose en un predictor significativo de éxito académico además de las habilidades de lectura temprana y otras (Duncan et al., 2007).
Sin embargo, este potencial no se trabaja con la frecuencia que se debería. O se trabaja en temas aislados sin vincularlos con conocimientos previos o con aplicaciones a la vida real. En este contexto, el disponer de experiencias pedagógicas y científicas diariamente en educación inicial, apunta a desarrollar habilidades científicas en los niños/as como el “Pensamiento reflexivo” y la “metodología de investigación”. Ambos potencian la: participación, creatividad, autonomía, y la capacidad de resolución de problemas. (Jiménez, Camaño, Oñorbe, Pedrinaci, & de Pro, 2012).