Estrategia de Conciencia Fonológica y Letras

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¿Por qué es importante?

¿Por qué es importante intencionar el trabajo de la conciencia fonológica y el conocimiento de las letras en los niños y niñas?

 

    1. Porque es una habilidad metalingüística
subyacente al aprendizaje de la lectura.

    1. Porque es una habilidad metalingüística subyacente al aprendizaje de la lectura.

La relación entre la conciencia fonológica y el aprendizaje de la lectura y la escritura es causal y a su vez recíproca, puesto que la conciencia fonológica es importante para la adquisición de estas habilidades y, al mismo tiempo, el aprender a leer y escribir favorece el desarrollo de la conciencia fonológica. En niños/as que aprenden a leer y escribir en español se ha observado el efecto facilitador de la ejercitación de la conciencia fonológica sobre el aprendizaje de la lectura y escritura (Borzone de Manrique y Signorini, 1998; Domínguez, 1996; Defior y Tudela 1994).
Desde el enfoque integrado de la enseñanza, se hace relevante  intencionar el trabajo de la conciencia fonológica. El desarrollo de ésta culmina con la lectoescritura e involucra la toma de conciencia de las unidades fonológicas del lenguaje hablado y el desarrollo de la capacidad para manipular dichas unidades (Treiman, 1991; Gillam y Van Kleeck, 1996; Bravo Valdivieso, 2006).

    2. Porque es un proceso que debe desarrollarse conscientemente 
en forma gradual y cohesionada.  

    2. Porque es un proceso que debe desarrollarse conscientemente en forma gradual y cohesionada.  

Diversos autores han identificado en este proceso:

1. La conciencia fonológica que permite la comprensión de que las palabras están compuestas por una serie de sonidos que se llaman fonemas, que los fonemas se representan con letras, que las letras forman sílabas cuando se juntan y que las sílabas forman palabras, distinguiendo entre:
La conciencia silábica (que permite identificar o manipular de forma consciente las sílabas que componen una palabra), la Conciencia intrasilábica (como la habilidad para segmentar las sílabas en sus componentes intrasilábicos y rima) y la Conciencia fonémica (que permite a los niños y niñas comprender que las palabras habladas están constituidas por unidades sonoras discretas o unidades mínimas no significativas: los fonemas). Treiman (1991).

2. El principio alfabético, que permite la comprensión de que los sonidos son representados por letras. Este es uno de los conceptos base para la decodificación de la lectura. (Graves, Juel y Graves, 2007). El principio alfabético “implica identificar las unidades fonológicas del lenguaje y comprender el lenguaje como una serie de combinaciones de estas unidades” (Villalón y otros, 2007). Esta comprensión de que existe una correspondencia sistemática entre letras y sonidos es una competencia clave para que un niño/a pueda comenzar a leer y escribir.

3. El concepto de letra, que permite comprender cómo funcionan las letras y cómo se usan los libros. Para los niños y niñas de nivel transición, los conceptos apropiados incluyen cosas tales como distinguir entre fotos y letras y saber que el español se lee de izquierda a derecha y desde arriba hacia abajo (Dickinson, 2012).

    3. Porque es uno de los factores de éxito del proceso de aprendizaje
de la lectura y escritura posterior.   

    3. Porque es uno de los factores de éxito del proceso de aprendizaje de la lectura y escritura posterior.   

En este contexto, las personas que conocen las letras y desarrollan la conciencia fonológica antes de la enseñanza de la lectura formal, tienen mayores posibilidades de ser mejores lectoras (Snow, Burns y Griffin, 1998). Este proceso de enseñanza debe involucrar a personas encantadas y conocedoras de cómo los niños/as pequeños construyen sus saberes, reconociendo que el conocimiento de letras y fonemas de la lengua oral a temprana edad son la base de la alfabetización exitosa, como cimiento de la lectura y escritura (Dickinson, 2012).

4. Porque existen pocos programas que ayuden o guíen  
el trabajo de los educadores/as.

4. Porque existen pocos programas que ayuden o guíen  el trabajo de los educadores/as.

El adulto debe ser una guía y un participante activo del proceso, pues se considera la situación educativa una construcción conjunta, a través de la cual el educador/a y sus niños y niñas, comparten progresivamente universos de significado más amplios y complejos, ya que enseñar a escribir significa enseñarles a producir textos en situaciones de comunicación real. Los programas oficiales que existen en nuestro país no abordan con profundidad los procesos y sus orientaciones resultan aún demasiado generales para garantizar resultados efectivos en el proceso de toma de conciencia por parte del educador que debe integrarlas al currículo. (Díaz C., 2006).
Además es necesario entender que las actividades en el aula pueden ser ejercicios divertidos de lenguaje oral que benefician a todo el estudiantado, pues han sido reconocidos como componentes efectivos en el proceso de enseñanza (Blachman y otros, 2000). Los estudiantes deben trabajar con la unidad que corresponda a su nivel de desarrollo, comenzando con destrezas de escucha y rima.